Se escuchó el grito: "¡Alerta de kamikaze!" y todos salieron a ver aterrados como se acercaba con total convicción el soldado enemigo que se lanzaba al ataque. Afortunadamente cayó a unos pocos centímetros de ellos. "¡Un poco más y no la contamos!" afirmaba el cabo Fosforito. Pero a pesar del susto se quedaron estupefactos viendo el valiente acto de sacrificio. Mientras esto ocurría, cerca del escenario de este drama, se empezaba a cocinar el almuerzo del día.
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Día 23: Un kamikaze |
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